Costa Rica, Pura Vida

Escrito el 12 de Julio de 2010 por turisticut

En Costa Rica todo es pura vida, tal y como reza la coletilla que más veces se escucha a uno y otro lado de este paraíso centroamericano.

Allí no todo el mundo es rico ni nada en la abundancia, y seguramente viven con lo justo… y, sin embargo, están viven contentos. La alegría es una de las características que mas impresionan en Costa Rica y no es precisamente por el guaro, un explosivo aguardiente de caña de azúcar que mezclan habitualmente con un fresco (zumo) de limón; se diría que los ticos, nombre con el que se conoce a sus habitantes, llevan la alegría dentro. Será el clima, la extensa vegetación o una economía más o menos próspera (Costa Rica es conocida como la Suiza Centroamericana), el caso es que los costarricenses son muy alegres y hospitalarios con todo el mundo.

Pero no es el carácter de sus habitantes lo más increíble para los visitantes. Cuando se llega a este país uno tiene la sensación de estar visitando un parque de tamaño gigante, hay que decir que la naturaleza ha sido exageradamente generosa con este territorio que no llega a los 51.000 kilómetros cuadrados, en el que en cualquier rincón de Costa Rica crece vegetación. Los recursos naturales son su principal carta de presentación, se hayan más tipos de mariposas que el continente africano (más de 1.250 especies), humedales, eternas playas, bosques, más de 850 especies de aves… ¡No es difícil conducir por la carretera y contemplar un oso perezoso colgando de una rama o unos caimanes tostándose al sol en la orilla de un río!

La zona de la Cordillera Central, una de las más lindas, es también la más poblada. En ella residen dos terciosde la población, siendo Heredia y Alajuela los principales núcleos urbanos. Alajuela (o la tierra de los mangos, en honor a los mangos de su plaza principal) es un buen punto de partida. Situada a la falda del volcán Poás, su humilde catedral y la iglesia Santo Cristo de la Agonía merecen una visita, tanto como el centro de cría y conservación de guacamayos Flor de Mayo, que se encuentra a las afueras de la ciudad.

Pero claramente es el Poás el mayor atractivo del área, es el parque nacional con más visitas en Costa Rica. Se llega a él cruzando la aldea de Poasito, por una ruta panorámica que serpentea junto a huertos y cafetales, con unas vistas magnificas del valle.  Lo más complicado sea quizás poder ver el volcán, no por su difícil acceso sino porque suele ser habitual que las nubes impidan su observación.

Quizás las dichosas nubes no sean tan molestas en el Parque Nacional Volcán Irazú, también de una belleza espectacular, Irazú es el volcán de mayor altitud de Costa Rica y realmente, el más activo. El nombre viene del término indio istarú, que quiere decir ‘montaña del trueno’, algo que dejo bien patente en 1963 cuando el país recibió la vista de John F. Kennedy. Desde su mirador, se ve un cráter con un lago de un verde intenso. Se puede acceder a otros cuatro cráteres, pero es imprescindible respetar las rutas señalizadas. Asimismo, al igual que en el caso de Poás, es recomendable llegar temprano para poder observarlo con el cielo despejado.

Desde Irazú es muy aconsejable visitar el valle de Orosi. una de las areas de cafetales más conocida. Contemplar los cafetales en 4×4 es algo que no debe dejar de hacerse, del mismo modo que visitar dos de los monumentos religiosos más antiguos del país, la bonita iglesia, de aires coloniales, de San José de Orosi, en la población del mismo nombre y las ruinas de la iglesia de Nuestra Señora de la Limpia Concepción, construida en 1693.

Y por último, lo ideal es llegar a Heredia, las opciones son diversas, desde mezclarse en su colorido mercado de abastos, donde podrás disfrutar de su comida local por muy poco dinero, a tomar un descanso en el Parque Nicolás Ulloa, usualmente conocido como Parque Central o ver las vidrieras de la parroquia de la Inmaculada Concepción.

Definitivamente, pura vida.

Vía viajesfaciles.com

Puerto Viejo, Pura Vida

Escrito el 4 de Enero de 2010 por turisticut

Costa Rica sigue siendo un destino inexplorado por el turismo en masa y uno de los sitios más exóticos en el mundo.

full-salsa-brava

Puerto Viejo, un pequeño pueblo caribeño cercano a la frontera de Costa Rica con Panamá, es quizá el secreto mejor guardado del Caribe. Todavía no está contaminado por el asfalto ni el cemento de los estrellados hoteles “todo incluido”, ni sobrepoblado por turistas cariblancos con relleno abdominal, o parejas en intensa luna de miel. Aquí sólo existe un cajero electrónico, el trasporte de moda son las bicicletas con freno de pedal y canastilla de acero, la bebida típica es la popular hiel, un refresco de jengibre con generosas gotas de limón, y el almuerzo tradicional es el casero rice and beans, sabroso arroz con frijoles negros cocido con agua de coco. Y definitivamente, el deporte oficial es el surf. Aquí, el Caribe muestra sin caretas todos sus matices y colores para una relajada visita, más excitante aún si sabemos que en este auténtico paraíso podemos enfrentar la ola más potente de Costa Rica, la popular Salsa Brava.

A Puerto Viejo se llega desde San José tras cuatro horas de viaje observando el exuberante bosque lluvioso del Parque Nacional Braulio Carrillo, decenas de pequeñas casas de colores al borde de la carretera, enormes reptiles tomando sol a la orilla de ríos cristalinos, y extensas plantaciones de banano, cocoteros y café, uno de los mejores del mundo. Así es Costa Rica, un país rebosante de vegetación en cada rincón, ángulo o punto cardinal. Crecen árboles y plantas en las delgadas fisuras de las veredas y pistas, musgo en las ventanas de los microbuses, y hasta hojas en las maderas que cercan sus campos. Y no es exageración.

El camino asfaltado termina acá. La principal avenida que cruza todo el pueblo está afirmada con pequeñas piedras y hay un par de calles que la cruzan hasta perderse en las olas. Eso es todo. La mayoría de hoteles o cabinas se han instalado al borde del mar y se encuentran dispersos en alguna de las cinco playas que hay en Puerto Viejo de Talamanca. La de mayor diversión es la zona de Salsa Brava, en el corazón del puerto y frente al legendario bar Stanford, desde donde se ve toda la acción.

Hace no más de 60 años, cuando la discriminación hacia la población negra de Costa Rica aún no era desterrada, esta zona del Caribe sur estaba completamente relegada. Y se puede decir que la enérgica ola de Salsa Brava fue la que le abrió las puertas a este rincón olvidado por el hombre. Llegó 1949 y los descendientes de jamaiquinos y afrocaribeños que vivían en esta tierra por fin se pudieron movilizar libremente por todo el país, y viceversa. Aunque las pequeñas comodidades como la electricidad, el asfalto y las líneas de teléfono tardaron en llegar, esto nunca fue un impedimento para que las tribus de surfistas de todo el mundo buscaran la manera de plantarse con su tabla en este pedazo de Caribe.

En un inicio llegar a Puerto Viejo era una odisea de una semana viajando en los destartalados buses interprovinciales e intercalando el recorrido sobre ligeras canoas que atravesaban algunos ríos. Ahora se llega en pocas horas desde San José, la capital; los caribeños abrieron sus puertas al turismo, y es muy fácil encontrar excelentes locales con vista al mar turquesa donde el calypso y el reggae fluyen suavemente al caer la tarde. Sin embargo, la ola sigue siendo la misma.

Vía viajeros.com