“… 7 de julio San Fermín, ¡a Pamplona hemos de ir!,
A ver los toros, a ver los toros, a Pamplona hemos de ir, a ver los toros y el Chupinazo” (disculpadme la licencia).
Y en Pamplona me encuentro desde ayer por primera vez en mi vida.
Esta mañana lo primero que he hecho ha sido salir a comprarme una botella de champán y un pañuelo rojo que, siguiendo la tradición, he guardado en mi bolsillo hasta el momento crucial del lanzamiento del famoso chupinazo de los Sanfermines, desde la terraza de la Casa Consistorial de Pamplona.
Al lugar he llegado un poco antes de las doce en punto, y tras una ardua lucha con todo aquel que se me ponía por delante, me he colocado en un lugar privilegiado (con mi botella de champán) para ver el espectáculo rodeada por las miles de personas que han tenido la misma idea que yo.
La fiesta ha empezado con el grito ritual de “¡Pamploneses, Viva San Fermín, Gora San Fermin!” y antes de que me diera tiempo a descorchar mi botella un guiri guapísimo me ha duchado con champán tan solo un momento antes de dame un pisotón en el pie izquierdo que me duele todavía más que la cabeza (es lo que tiene beber más de la cuenta).
En fin, que estoy como para correr mañana delante de un toro.
Vía sanfermin.com