Si alguna vez has visitado Córdoba sabrás que los patios de las casas son una de las cosas de las que más se enorgullecen sus habitantes. Y no es para menos: cuando llega la primavera, los blancos patios de las casas se adornan con flores y las casas compiten por ver quién tiene el patio más bello.
El Festival de los Patios cordobeses se empezó a celebrar a principios del siglo pasado (se cree que el primero tuvo lugar en 1918), aunque no siempre se celebraba cada año. Lo que sí parece claro es que es a partir de finales de los años 40 cuando el festival se consolida como una tradición anual y se convierte en uno de los grandes reclamos turísticos de Andalucía. De hecho, existe un abono que da acceso a los visitantes a una veintena de patios particulares, donde pueden comprobar con deleite que los cordobeses han hecho de ellos un auténtico arte. Los que participan en el Concurso de Patios -organizado por el ayuntamiento- se señalan con macetas de setos que flanquean las puertas.
Los patios son de lo más variado y aprovechan la riqueza arquitectónica de Andalucía: desde palacetes árabes hasta las más sencillas casas, desde el siglo X al XX, de influencia mudéjar o castellana, con pozos, estanques o enredaderas… cada patio es un mundo nuevo y agradeces no ser el jurado que tenga que decidir cuál es el mejor, porque la cosa está muy reñida a veces.
Pero el Festival es toda una fiesta también por la noche: se puede escuchar música en la calle, barras al aire libre y ambiente festivo que se alarga durante varios días; hasta el final del festival, que este año termina el 15 de mayo. Y es que algo que no se puede decir de los andaluces es que no sepan divertirse.