Costa Rica sea un destino muy solicitado porque la propia naturaleza del lugar lo convierten en un paraíso terrenal. Aproximadamente un 18% de la superficie del país está ocupada por parques nacionales y reservas naturales repletos de belleza, dos de ellos declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Es ideal para quienes buscan hacer ecoturismo, experiencias extremas o simplemente descansar relajadamente, Costa Rica tiene además una callada riqueza: su gente. Sus población, en la actualidad, está compuesta por un importante y mayoritario número de mestizos a los que se suman varios grupos étnicos-nacionales y colonias de inmigrantes que reivindican su particular herencia cultural, como los afrodescendientes, chinos, hebreos, libaneses, italianos, etc., así como también los pueblos indios Bribri, Cabécar, Maleku, Teribe, Boruca, Ngöbe, Huetar y Chorotega.
Un pueblo de paz que se enorgullece de tener más de un siglo de continuidad democrática y más de 50 años sin ejército. Abolido en 1948, el dinero que se ahorra el país al no tener fuerzas armadas, lo vuelca al pueblo y lo invierte en mejorar el nivel de vida de sus habitantes.
Conocidos también como los ‘ticos’, los costarricenses tienen una bien ganada fama de ser gente hospitalaria y, deseosos de conservar esa reputación, gustan de estrechar la mano y regalar sonrisas a la gente. Educados y trabajadores, saben que su tierra es especial y reciben con agrado a los turistas tratando de hacer su estancia lo más placentera posible.
Aceptan gustosos oficiar de guías a los visitantes que están extraviados e incluso se toman el tiempo de explicar al turista usos y costumbres que pueden resultar extrañas para un extranjero.
El paisaje de Costa Rica es paradisíaco, pero la espontánea hospitalidad y trato amistoso de los ticos, es lo que hace doblemente atractivo este país y renueva el deseo de volver.