El enoturismo no es ir a comprar vino barato en una bodega (de hecho, puede que sea más barato en el Carrefur). El enoturismo es pegarse al terreno, oler la tierra húmeda, mancharse las manos de mosto, pisar la uva si es posible, catar los caldos… y empaparse de la rica cultura gastronómica asociada al dios Baco.
Estamos en plena época de vendimia y las carreteras de media España se han llenado de remolques cargados de uva; los pueblos de La Mancha, de La Rioja, de la Ribera del Duero, de Jumilla o del Penedés, antes silentes y desiertos, entran de repente en un frenesí laborioso: es el momento definitivo de la temporada.
España es el primer país del mundo en número de hectáreas de vid y el tercero en producción de vino por lo que es lógico que el enoturismo gane adeptos día a día. Aunque todavía no a los niveles de otras zonas vinícolas del mundo; es decir, todavía estamos lejos del ambiente de “Entre copas” , la deliciosa película sobre el valle de Santa Ynez, en California, de la que salías deseando meterte una botella de buen tinto entre pecho y espalda.
Pero poco a poco se van haciendo cosas. Todas las comunidades autónomas con zonas vinícolas tienen rutas del vino más o menos organizadas. Hay muchas agencias de viajes especializadas en el tema y mil páginas web que te dan ideas para hacer un fin de semana de buen vino por Montilla-Moriles, por las Rias Baixas, por Ribera del Duero, por La Rioja, por Bullas y Jumilla o por el Priorat. Una de las maneras más deliciosas que conozco de emplear un fin de semana de otoño.
Ya lo dijo el sabio: “La civilización acaba donde acaban las vides” (o lo que es lo mismo, los bárbaros empiezan allá donde solo se bebe cerveza).
Algunas empresas de enoturismo son:
www.evadium.com, www.rutasdevino.com y www.enodestino.com
Enlace El País