Qué mejor que explayarse en el tramo costero menos urbanizado de España, el asturiano, en el que la ley del Principado no permite construir a menos de 500 metros de la orilla, salvo núcleos preexistentes. En bañador o tal y como vinimos al mundo. Si cabe, poniendo en práctica esa suerte de vínculo juvenil con la naturaleza que es el surf.
Que rija un nublado no debe hacer olvidar el uso de crema solar si te animas a visitar cualquiera de las 15 mejores playas asturianas para perderse.
01 La Franca (Ribadedeva)
Los aportes del río Cabra generan un playazo de hondo sabor cantábrico, de los de caminar lentamente perdiendo la vista en el horizonte solo roto por El Castrón (en el oriente astur, a los islotes los denominan castros). Fue declarada “franca de alcábala” (exenta de impuestos) para el desembarco de mercaderías debido a su estratégica lejanía, a la par que equidistancia, de los puertos de Llanes (Asturias) y San Vicente de la Barquera (Cantabria).
En pocas playas se aprecia el coeficiente mareal como en la Franca: siempre queda arena. Durante el reflujo se alcanza a pie la colindante playa del Oso, con arco pétreo y dos peñas longitudinales que, ¡sorpresa!, conservan en su interior los vestigios de un vivero. Más allá entramos en el terreno delpedreru, muy entretenido para los más pequeños. Quien conduzca desde Cantabria deberá tomar en la carretera un carril de deceleración a mano izquierda.
02 Mirador de la Boriza: Ballota y Andrín (Llanes)
Desde uno de los miradores playeros más embaucadores de la costa española, la retina se queda un instante en estado de shock. En ningún otro punto los Picos de Europa se encuentran tan próximos al Cantábrico. La Boriza: mirador del que sacó partido cinematográfico Gonzalo Suárez en Remando al viento (1988); no en vano este concejo propone una ruta que enhebra las localizaciones de 25 rodajes (www.llanesdecine.com).
Asombra el valle de Mijares, la sierra del Cuera, la rasa (llanura entre mar y montaña) y la tan bella como peligrosa playa de Andrín. A la izquierda, la ensoñación verdiazul de la playa de Ballota frente al castro (islote). Un cuchillón rocoso, se diría que una mampara colocada adrede, resguarda la intimidad de la zona de raíz naturista. El bufón se manifiesta los días de mar picada. Los que acudan durante la pleamar deberán tender la toalla sobre guijarros.
03 Portiello y San Martín (Llanes)
Mención especial merece la preciosidad hecha arenal de estas dos calas llaniscas completamente vírgenes unidas en bajamar.
El acceso es peatonal. Desde Llanes centro, nada más rebasar la última casa de Poo, se encuentra el desvío sin señalizar a mano derecha, por donde entramos y dejamos el coche. Tomar el vial de la izquierda y tras recorrer un kilómetro en sentido Celorio nos plantamos a la vista del Portiello, playa a la que se desciende sin problemas (muchos la confunden con San Martín). Es la referencia durante la marea alta, cuando el arenal de San Martín queda sumergido impepinablemente. Este se alcanza caminando otros 500 metros por la senda costera sentido Celorio. Activar la cámara de fotos a la altura de los restos de la ermita románica de San Martín, en pleno Camino de Santiago costero: el impacto de la isla y la formación tombólica, adentrándose en el mar sin ambages, es persistente.
04 Torimbia desde Toranda (Llanes)
Los encomios a su belleza y dimensiones rara vez abandonan el terreno de lo superlativo. Torimbia fija el canon de playa verde, un paraíso declarado monumento natural. El prodigio se explica por tratarse de un predio comunal con el que los paisanos se ganaban la vida recolectando ocle, alga con la que abonaban campos, y hasta hoy surten a las industrias cosmética y farmacéutica. El acceso rodado, atravesando Niembro, permite obtener una panorámica increíble de sus hechuras. Luego es preciso descender 1,2 kilómetros por la pista que abraza la concha. Una alternativa consiste en ir andando desde el aparcamiento de la playa de Toranda (1,5 euros). Por el camino costero, salvo un breve repecho, se deja a la derecha un bufón y un islote, todo en 20 minutos. Reservar la paella (639 98 67 57) en el chiringuito que Masu tiene camuflado en Torimbia, y la cena, en el estupendo San Pelayo (http://restaurantesanpelayo.com).
05 Arenal de Morís (Caravia)
Este impagable playón verde, popular y dotado de servicios (cobran 3 euros por aparcar), reconforta por la ausencia de edificaciones. Hay que buscarlo en Caravia. Morís tiene la particularidad de reunir, claro que separados, bañistas y surferos. Casi cualquier día podremos saludar a Guillén Guardiola, monitor de Caravia Surf School (625 41 71 60), una de las personas que mejor conocen este arenal. Es Morís, pese a su configuración abierta, muy noble; avisa de los peligros y raros son los accidentes registrados.
Un plan consiste en ir andando en 10 minutos por el camino jacobeo hasta la playa de Beciella, donde se reúnen usuarios sin textiles, muchos con sus mascotas.
06 Rodiles (Villaviciosa)
Esta ola izquierda está rodeada de leyenda. Rodiles fue de las primeras playas en las que se practicó surf en Asturias, y su denominación técnica es river mouth, es decir, de boca de ría, en este caso de la de Villaviciosa. “Los sedimentos que se depositan en su entrada forman un triángulo desde cuyo vértice rompe una ola perfecta durante 250 metros”, dice Álvaro Fernández, de la veterana empresa Rodi Ride (http://rodilesurf.com). Este playazo, masificado en agosto, cuenta con parque-playa, garantía de servicios junto a las dunas y el vasto eucaliptal. El oleaje es vivo, amenazador los días de mala mar, jornadas en que se aconseja tomar la pasarela de madera que comunica, ría adentro, con Misiegu, playa y observatorio de aves.
07 Terrazas Ipanema, Playa España (Villaviciosa)
Para bajar la excelsa fabada con marisco de Los Pisones (985 89 91 68), en Venta de las Ranas, nada como buscar Playa España, donde el gijonés Fernando Alonso no dudó en pergeñar una mezcolanza de exotismos varios con sus Terrazas Ipanema (985 89 48 98; www.terrazasipanema.com). Su colorido y animación dan imagen veraniega donde hace millones de años chapoteaban los dinosaurios. Sirven mojitos, pinchan dj’s los viernes y se organizan fiestas los fines de semana, si bien el solárium situado en la verde ladera este acapara toda la atención. Está decorado con sombrillas y palmeras, y desde las hamacas se otea a los surfistas. A cambio de 10 euros, el visitante obtiene una hamaca, un cóctel servido en ella y una ducha. A partir de las 20.30 la entrada es libre. Y la vertiente lúdica, también.
08 Xagó (Gozón)
Este blanco playón apartado de los grandes nudos de comunicación, predilecto de la cantante Luz Casal, concita el interés mayoritario por sus espectaculares campos dunares, esquemas fugaces de perfiles variables. ¿Lo mejor? Recorrer las arenas blancas envueltos en la fragancia cantábrica. Conviven en ella parapentistas, si sopla viento norte, y bañistas (desnudos mayormente en la zona central). Los surfistas están abonados todo el año. “Cuando faltan olas en Xagó”, asevera Eduardo Álvarez, del Club Deportivo Xagó (www.xagosurf.com), “mejor no buscarlas en Asturias”. Rompen en la parte izquierda con marea alta y en la derecha en bajamar. A Xagó se baja por sus extremos. En la zona oriental encontramos el sector familiar con el bar Quevedo, cuya parrilla permanece abierta hasta medianoche.
09 Requesinos (Castrillón)
El rincón invita al descanso, a la contemplación. Junto con un campo de dunas en el que nos concedemos el privilegio de la naturaleza intocada. Son estos los dones de la playa de Requesinos, muy guapa, como es costumbre calificar en Asturias, por sus farallones en la arena oscura. En puridad no es sino el extremo oriental del playón de Bayas, o del Sablón, como se explicita según bajamos la cuesta de acceso. Es la favorita del público naturista. Después podemos subir al mirador sobre la isla de la Deva.
10 Aguilar (Muros de Nalón)
Si hay un arenal especialmente indicado para los meses de junio y septiembre -evitando si es posible los fines de semana-, ese es Aguilar. La playa familiar por antonomasia. Una de las mejor comunicadas.
A ella se desciende por dos viales de belleza pura: desde El Pito (Cudillero) y por el barranco bien forestado de Muros de Nalón. Los acantilados se mantienen en un discreto segundo plano, cediendo la franja arenosa a familias en busca de aguas fiables y de un nivel gradual de acceso al mar. Es otra playa que la pleamar mutila sin piedad, si bien en este caso cuenta con terreno donde esperar el reflujo, incluido zona de parrillas. A tan solo dos kilómetros está el enclave indiano de Somao (Pravia) y el mirador de Monteagudo, dos tops que nunca pueden faltar en el Principado.
11 Playa del Silencio (Cudillero)
Ni existe rasa marítima, ni señales que indiquen rareza alguna (si acaso, el revelador “Castañeras” manuscrito en el rótulo que indica Novellana y Marina en la autovía). Hasta aquí todo en orden. Sin embargo, es precisamente en la aldea de Castañeras donde arranca la bajada de 1,2 kilómetros a la playa del Silencio. No hace falta tocar la rotundidad de sus guijarros para disfrutar de este entorno donde el componente fotogénico del paisaje protegido de la costa occidental se paladea a conciencia.
La extensa panorámica de la peña Cogolla, zona de anidamiento de cormoranes moñudos, ampara una concha natural de aguas transparentes. Es preciso sentarse y dejarse invadir por el sonido de las olas que acarician la suave pendiente.
12 Barayo (Valdés/Navia)
Es una de las playas que se adoptan en España como modelo de valores medioambientales. Todos quieren parecerse a esta prodigiosa sucesión de ecosistemas catalogada como reserva natural parcial.
Pertenece en su mayor parte al concejo de Valdés/Luarca, pero resulta más recomendable entrar por Vigo (Navia). Desde el mismo aparcamiento la foto está dada. No obstante, esta maravilla hay que conocerla como si de una minirruta senderista se tratara. Rechazar las escaleras (ir a su inicio solo para realizar una fotografía panorámica; luego habría que vadear el río) y hacerlo por el camino de tierra que, pasando por el puente, traslada a un paraíso de marismas y dunas, prados y cañaverales, en el que resuena el estrépito de las anátidas. En la zona de cuevas se instala la grey naturista.
13 Frexulfe (Navia)
Entre Puerto de Vega y la ría de Navia se extiende un bello tramo litoral en el que reinan los extensos campos dunares de Frexulfe. Arenal masificado los días soleados de julio y agosto, el baño exige precaución por la presencia de corrientes. De ahí que el estuario embalsado del río Frexulfe dé mucho juego a los niños, tanto para bañarse como para jugar en la arena resguardados del viento del Noreste. La entrada por Puerto de Vega permite atisbar la playa de perfil, mejor durante los espectaculares atardeceres. Si tomamos el vial más cercano a Navia, el aparcamiento nos dejará junto a la arboleda. Antes o después es obligado visitar el encantador Puerto de Vega.
14 Mexota (Tapia de Casariego)
Gracias a no haber finalizado las obras de la autovía, mantiene el Occidente asturiano la autenticidad que depara lo remoto. La Mexota, gran referencia naturista de Asturias, se esconde donde nadie la busca: en la costa tapiega. Saliendo de Tapia de Casariego hacia Galicia, pasado Serantes se gira a la derecha hacia Villamil. Rebasar el centro de la tercera edad 300 metros y girar a la derecha por un camino de tierra a la altura de una casa rosada. Mexota consta de tres lenguas de arena blanca y fina compartimentadas por islotes afilados como hojas de cuchillo que la protegen de los fuertes oleajes. Existe una cueva donde guarecerse en caso de manifestarse el orbayu(lluvia fina).
15 Penarronda (Tapia de Casariego/Castropol)
Otro arroyo playero que delimita concejos: el de Tapia de Casariego y el de Castropol, lo que es decir la comarca del Parque Histórico del Navia y la de Oscos-Eo. Las hechuras abiertas de esta playa estupenda para el encuentro con la naturaleza dunar son impropias en una fachada litoral mayormente acantilada. Toda esta zona aledaña a la ría del Eo está declarada reserva de la biosfera.
O Castelo, la peña varada en la orilla, imprime una especial fisonomía, fija la mirada y presta nombre al playazo. Redonda y horadada en su parte central. La zona se beneficia del microclima que domina entre las rías del Eo y del Navia, y también de un oleaje al gusto surfista. A dos kilómetros se encuentra el monumental Palacete Peñalba (www.hotelpalacetepenalba.com), con restaurante también recomendado.
Vía El Viajero (El País)